Si el término «hábitos de vida saludables» está en voga, el término «dieta mediterránea» no se queda atrás. Desde hace tiempo ya, estamos siendo testigos de la expansión a diferentes países, de nuestra gastronomía como fuente de salud y bienestar. Los aceites de oliva, vinagres, vinos, jamón serrano, la forma de cocinar y presentar los alimentos de manera saludable en la mesa, todo ello está transportándose más allá de nuestras fronteras en forma de exportación de alimentos o de apertura de restaurantes de comida española en distintos países. La dieta mediterránea es exquisita, saludable y rica en vitaminas, proteínas, minerales y todo aquello beneficioso para el organismo. Podríamos expresar que debemos afiliarnos a ella!.
Como apunta el dicho «en el término medio está la virtud», nuestra dieta se caracteriza por el equilibrio en el consumo de alimentos y la variedad de propiedades de los mismos, ya que, incluye pan y pasta, como principal fuente de hidratos de carbono; el aceite de oliva ( y en estos tiempos el de oliva vírgen extra) como principal fuente de grasa; el vino en cantidades moderadas durante las comidas; las hortalizas, las frutas, los frutos secos y las legumbres que aportan gran cantidad de fibra y antioxidantes; el pescado, las aves de corral, los productos lácteos y los huevos, como principal fuente de proteínas; y menos consumo de carnes y grasas animales.
Tan aclamada es que en el año 2010, nuestra dieta se convirtió en «Patrimonio Inmaterial de la Unesco». No se necesitan más palabras.